18 millones de espectadores, más de 115 millones de euros de recaudación... unos números que asustan, y más si no hablamos de ninguna gran super producción de Hollywood. Pero estos son los datos que Intocable ha conseguido SOLO en su país de origen. Una salvajada imposible de pensar que ocurra en nuestro país. También ha sido estrenada con mucho éxito en Alemania e Italia por lo que era de esperar que también aquí se convirtiera en un fenómeno de masas como ha ocurrido ya. Pero ante tanta expectación y comentarios positivos ¿es Intocable tan buena como parece?
Suele pasarme que cuanto mejor se habla de una película, si aplazo el momento de verla sus expectativas crecen en mi mente y por tanto luego la decepción al verla es tremenda. Desde septiembre que no pude pillarla en San Sebastián llevo arrastrando esta película de Olivier Nakache y Eric Toledano y escuchando todo tipo de alabanzas sobre ella, lo que sólo hacía que preocuparme sobre si la impresión al verla sería tan positiva como lo fue la de la prensa especializada que la vio en Donostia. Y el momento por fin ha llegado, y por fin, también, la sensación no ha sido de decepción, sino de alegría, ilusión y ganas de vivir. Sentimientos que (de forma más o menos tramposilla) consigue transmitirnos Intocable.
Y hablo de que esta es la sensación final, algo muy difícil cuando su comienzo es sin duda lo peor del filme, un tópicazo de 20 minutos en los que los peores defectos de la cinta se concentran y mezclan dando una sensación que, gracias a dios, se diluirá más tarde. Intocable comienza alterando la estructura lógica del relato sin propósito alguno. El filme decide comenzar con una escena que luego volveremos a ver al final para presentar la historia como un largo flashback. ¿Por qué? yo no lo sé y creo que los directores tampoco.Si han pretendido con esto hacer la estética del filme más actual he de decir que no lo han conseguido y su artimaña solo resulta incoherente e innecesaria.
Tras este comienzo fallido (aunque sin más importancia) se da cita el segundo gran error del filme, ceder el protagonismo a la parte más debil de la historia, Driss. Así también los directores y guionistas tienen la oportunidad de meter una parte de drama/crítica social, metido con calzador y que dramáticamente solo aporta los momentos más falsos de la película. Además el personaje que interpreta con tanto encanto Omar Sy resulta, cuando se encuentra alejado de su coprotagonista, excesivo, cargante y sobreactuado.
Y diréis que como tras este varapalo que acabo de soltar a la película puedo afirmar que me ha gustado y mucho. Pues porque afortunadamente todos esos errores suponen los primeros 15 o 20 minutos del filme, que sin ser horribles si que son tremendamente tópicos y fallidos (como lo serán después las historias secundarias de la hija y el interés amoroso de Driss), sin embargo una vez la película llega al punto de unir a sus dos personajes consigue que la magia surja y nadie pueda despegar los ojos de la pantalla. Es ahí donde comienza la verdadera película y de donde salen sus mejores e impagables momentos.
Siempre que la película se aleja de estos personajes se resiente y es que es en la especial relación entre Philippe y Driss donde los realizadores y guionistas han logrado lo más difícil, que exista una química brutal entre los actores y personajes y que su relación se base sobretodo en un especial sentido del humor. A partir de ese momento se aleja de dramatismos innecesarios (qué miedo me dio que pudieran recurrir a un flashback para contar la historia de la mujer de Philippe) y se centra en como gracias a la amistad que surge entre ellos, los dos recuperan la alegría que antes habían perdido. Pero lo bonito es que no se recurre a la tragedia o al drama sino a la comedia para conseguirlo, una comedia irónica e incluso con mala leche y algún gag políticamente incorrecto (el hilarante corte de pelo).
A partir de que estas dos fuerzas de la naturaleza (la interpretación de François Cluzet es brutal) han colisionado, la película fluye de una forma natural, con un gran ritmo y entre risas y carcajadas Intocable se cuela en nuestro corazoncito. Un corazón que han sabido ganarse de una forma inteligente y con una cinta que merece el éxito que ha tenido, ya que ha sabido conectar de una forma total con el espectador y ha logrado que todo el mundo salga queriendo ser tan Intocable como los dos entrañables protagonistas.