martes, 23 de noviembre de 2010

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Preparándonos para el apoteosis final


La saga de Harry Potter ha sufrido en sus siete entregas grandes altibajos que nos han hecho poder disfrutar tanto de peliculones como su tercera entrega: Harry Potter y el Prisionero de Azkabán (estando Alfonso Cuarón al mando algo bueno tenía que salir) hasta decepciones y películas más cercanas al folletín que al género de fantasía como la sexta entrega: Harry Potter y el Misterio del Príncipe (la peor película con diferencia de la saga).

Ahora llega la primera parte de la última y definitiva película sobre el niño mago. Estos filmes partidos en dos tienen el riesgo de que el primer fragmento peque de introductorio y poco emocionante en pos de un final espectacular para el que guardarse todas las cartas en la manga. Podemos decir que en este caso eso no ha ocurrido. Las Reliquias de la Muerte es un filme trepidante, entretenido que deja la miel en los labios para lo que llegará en Julio, momento en el que una saga que, guste o no, se ha hecho su huequecito en la historia del cine llegará a su fin.

Si bien es cierto que aquellos no iniciados en la saga Potter estarán ahora más perdidos que nunca por la acumulación de nombres y datos de otras partes, también lo es que hay aspectos desarrollados en otras entregas que son olvidados ahora y parece que nunca tuvieron importancia (¿soy el único que se acuerda de que Snape es el príncipe mestizo de la anterior entrega y de momento no se ha hecho ninguna referencia a ese hecho?).

La película comienza con mucha fuerza; tras el comienzo en el que vemos a Hermione abandonando a su familia (extraño y buen comienzo para un filme de la saga), llega una escena cargada de acción y persecuciones en escobas voladoras que hará las delicias de los fans de Potter.

La primera hora es de largo lo mejor del filme, realizando una nada encubierta critica al nazismo, personificado aquí en un ministerio de magia que tras la llegada de Voldemort comienza a radicalizarse y exterminar a los muggles. Esto añadido a la oscura fotografía, la maravillosa música de Alexander Desplat y elementos como la importante presencia de la radio dan al filme un toque atemporal que lo emparenta claramente con muchos filmes sobre el nazismo.

Esta parte del filme culmina con una de las mejores escenas de la obra: Ron, Harry y Hermione adoptando otra forma para entrar en el ministerio de magia, emocionante, tensa, diverida, hace recordar porque nos gusta Harry Potter, nos devuelve por momentos a nuestra ya olvidada infancia. Habría que destacar de nuevo aquí la partitura de Desplat, desde ya candidato al Oscar por este score, que en momentos como cuando Harry se introduce en el departamento de prensa y descubre esas personas mecanizadas realizando publicaciones de estética fascista llega a su máximo esplendor.

Si bien es cierto que tras esta primera parte la película se estanca y entra en una estructura repetitiva en la que además la historia tampoco avanza nada, el filme se vuelve a cerrar con buenos momentos y un final triste y emotivo que prepara para la apoteosis final que nos llegará en Julio.

Antes de terminar esta crítica sería injusto no nombrar a Ben Hibon, autor de la animación que ilustra la fábula de los tres hermanos y las reliquias de la muerte, el mejor momento de esta entrega de Harry Potter y uno de los más bellos que ha ofrecido la saga en todas sus películas.

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